Leía el otro día en un blog que no todas las listas de fin de año son igual de interesantes y que no merece la pena perder el tiempo con aquellas listas que sólo nombran lo ya contrastado y lo fácil. Aunque creo que puede ser bueno recordar qué tienen de meritorio obras ya contrastadas, no puedo dejar de darle la razón. Yo no sé si mi lista tendrá algo de interesante para alguien. Lo que sí puedo decir es que en ella no hay muchas obras contrastadas y fáciles.
Pero dejemos de hablar de listas. Digamos, mejor, que el fin del año (que es un momento tan arbitrario como cualquier otro, pero que representa un ciclo a nivel cultural que no podemos soslayar) propicia revisar todo aquello con lo que hemos disfrutado y que ha llegado a influirnos, de una manera o de otra.
Según Goodreads, he leído 57 libros este año. La cifra es tan exacta como uno quiera, porque mis lecturas son un poco desordenadas e incluyen recopilaciones, relatos sueltos, lecturas parciales, etc. Pero creo que en general he leído bastante más que otros años. Entre todo eso, las lecturas más señaladas serían las siguientes, en ningún orden concreto:
- La saga Mundodisco, de Terry Pratchett, que en el club de lectura de Librogusano se empezó a leer alrededor de verano. Ya llevamos ocho libros (son 41) y lo que puedo decir es que son divertidísimos, una lectura ágil y llena de agradables sorpresas. De hecho, el último (¡Guardias! ¡Guardias!) lo leí en cuatro días y las últimas 200 páginas me las ventilé en un solo día, que es algo que raramente he hecho.
- Si tuviera que elegir lo mejor que he leído este año no lo dudaría y me remontaría a enero de 2024: The Cormorant, de Stephen Gregory (1987). El fallecimiento del autor ese mismo mes me animó a leer la que es su novela más conocida, que tuvo incluso con una adaptación televisiva en 1993 protagonizada por un jovencísimo Ralph Fiennes que aún no he podido ver. Es uno de esos libros que crecen y crecen en mi memoria. Una parábola contundente, valiente y directa como un puñetazo en el estómago, de la que ya hablé en mi Substack. Me encantaría verla traducida al español y me alegré mucho al verla mencionada por Will Errickson en el postfacio a Paperbacks From Hell.
- Siguiendo el hilo, tengo que mencionar aparte al ensayo de Grady Hendrix. Paperbacks From Hell me ha hecho gozar muchísimo y descubrir autores olvidados y locos argumentos que me muero por leer
- Todos los años dedico alguna lectura al folk horror, normalmente a principios de año. En 2024 fue Starve Acre, de Andrew Michael Hurley, un folk horror tranquilo e inquietante con sesiones de espiritismo y niño malvado. También en mi Substack
- Nathan Ballingrud es uno de mis autores fetiches y cuando saca libro, ahí que estoy yo para leerlo. Crypt of the Moon Spider salió en agosto y es una maravilla gótica y grotesca. Memorable. Este año saldrá la siguiente novela de esta trilogía gótica lunar, Cathedral of the Drowned, y allí estaré yo para leerla.
- Wagnerismo, de Alex Ross, es un ensayo que me ha hecho reconectar con muchas cosas que lamentablemente había ido olvidando. Ha sido una de las lecturas más importantes de mis últimos años.
- Leí La joven parca, de Paul Valery, por primera vez en mi juventud y me fascinó. Este año la he recuperado en una soberbia traducción de Carlos R. de Dampierre y me ha vuelto a fascinar.
- Leer a David Foster Wallace se está convirtiendo en una tradición veraniega y Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer es otra de sus infecciosas colecciones de ensayos y evidencia de su genio.
- Historia del ojo, de George Bataille, lo leí también en verano y mi edición incluía un magnífico ensayo de Susan Sontag que me ha hecho reflexionar sobre los puntos en común entre el terror y la pornografía
- El pájaro y la serpiente, de Borja González es una obra maestra de insólita belleza. Viendo el Nosferatu de Robert Eggers me acordé de este comic varias veces.
- Este año también he leído toda la obra de John Langan que tenía pendiente con motivo de su visita al Celsius. Bueno, en realidad, no toda, pero sí toda la recopilada bajo su nombre (quedan un buen montón de relatos más recientes que todavía no están reunidos en ninguna colección). Fue una de las grandes lecturas del año. Langan me fascina por muchos motivos. Si tuviera que quedarme con uno de sus libros, en estos momentos elegiría House of Windows, su primera novela. Es un clásico instantáneo de las casas encantadas que creo que no se tiene en toda la consideración que merece. Y es de esas obras que no hace más que crecer en mi memoria.
En cuanto a cine y TV, 2024 ha sido el año en que vi Juego de Tronos, flipé en colores con la trilogía Antes del atardecer de Richard Linklater, descubrí el valor de las creepypastas con las tres primeras temporadas de Channel Zero (me falta la cuarta por ver, todavía), descubrí Martin, de George A. Romero, engullí los documentales de Paradise Lost, aluciné con El abominable hombre de las nieves (Val Guest), me enamoré de Longlegs y revisé maravillado El gabinete del doctor Caligari y Harvey, entre otras muchas cosas que, si alguien le interesa, están en mi letterboxd.
Decía antes que Wagnerismo, de Alex Ross, me ha hecho reconectar con cosas que tenía olvidadas. En 2024 he retomado intereses que había aparcado y creo que este ha sido uno de los acontecimientos más importantes para mí. Estoy intentando empaparme un poco más de arte y música y Substack está suponiendo una gran fuente de alegrías. Va a resultar que la muerte de Twitter ha servido para algo.
Uno de los viajes que más he disfrutado en 2024 fue Milán. Hay un misterio en los palacios y las iglesias italianas, relacionado con la luz del crepúsculo y los espacios vacíos, que no es posible encontrar en ningún otro lugar. Puro combustible de giallo.
Creo que eso es todo. ¡Larga vida al terror!